Nota (12)
He afirmado ya que la ética y la moral de la civilización encubren el accionar de su irresoluble perversión y ambigüedad sexual, originada en las fases edípicas y me ha sido posible retrotraer la agresión, el sometimiento, el abuso, la violación el femicidio, etc., a la misma causa ocasional que desarrollamos en la Nota 3. A la influencia de la “excitación” entonces sentida, puede atribuirse fundamentalmente aquella transformación que se inicia en la sexualidad del infantil varón y sustituye la tendencia inicial por la tendencia al miedo a la castración y el repudio a lo femenino castrado, que repite adaptándolo a la “constitución” de su paranoica realidad.
El varón niega sistemáticamente, la fuerza probatoria de tales indicios paranoicos: incluso cuando conservan el recuerdo de los hechos que registra la propia historia de arcángeles, liderazgos, monarquías, eclesiásticos, filosofía patriarcal, tiranías, guerras santas, raza superior, etc., mascaradas que prolongadamente recubren su irresoluble perversión y ambigüedad sexual.
El varón con sus “representaciones” patológicas, creó y crea ramificaciones directas; en su ética y moral; en sus prohibiciones y castigos, en sus se debe hacer esto y no lo otro; etc., con su inalterable advertencia de que no cumplir las reglas del varón es peligroso.
La singular metodología patriarcal, practicada y conocida como “cultura” tiene su punto de partida en la rebelión de la horda primordial arribando al procedimiento “democrático” de tener a su arbitrio, todos los “machos”, el derecho de posesión sobre los objetos – hembras.
Las sucesivas conquistas “culturales” del patriarcado a través de la etapa animista, religiosa y científica no dejaron ni deja de tener como primordial premisa, la inferioridad de lo femenino y reposa en la ampliación del sometimiento en todas las áreas, que “permite” a la mujer ocupar lugares en el ordenamiento del poder, pero cumpliendo el mandato patriarcal.
Tendencia del patriarcado a la supresión del carácter feminista, retrotrayéndolo al estado psíquico en el cual habrá surgido el horror a la castración, y su repugnancia y su desprecio a la mujer no poseedora del falo; es decir del “poder”. En las situaciones de encuentros feministas, como el de Paraná en octubre de 2010, emergieron en el patriarcado, intensas manifestaciones afectivas de altísima agresividad que se dispersarían evitando su reaparición, si aceptamos los principios machistas.
Buenos Aires
Argentina
10 de noviembre de 2010
Osvaldo V. Buscaya (OBya)
Psicoanalítico (Freud)